viernes, 1 de octubre de 2010

6 de agosto

  Únicamente el trinar de un cristofué me acompaña en las mañanas. Me asomó por la ventana y trato de ubicarlo entre el follaje y los árboles, pero no logro verlo. Su canto parece la anunciación de algo nuevo y espléndido. Pero, ¿qué cosa espléndida puede sucederme aquí, donde sólo el silencio y el tormento me acompañan?

 Estoy sólo en la montaña. Mis vecinos salen en la madrugada, cuando todavía no ha despuntado el alba. La distancia entre la montaña y sus puestos de trabajo, en la gran ciudad, es considerable.

  Por ahora sólo los conozco de vista. En la noche, tarde, cuando vuelven, los miro a hurtadillas a través de la rendija de una cortina de bambúes secos que tejí con nylon de pescar a fin de tapar el hueco de la ventana que da a la empinada cuesta que da acceso a las cascaritas. Son varias parejas de jóvenes y regresan a distintas horas. Parecen felices. No les importa vivir en la montaña, aunque las condiciones sean deplorables.

  Cuando los veo, la soledad y la angustia aturden mi mente. En mi guerra interior todo está muerto, menos yo. Ha comenzado el calvario y no se cuánto durará ni si podré resistirlo.

  Todo está desordenado y sucio en mi cabaña. No tengo voluntad de asear nada. Siquiera el piso, que es de un caico color ladrillo muy rústico que al paso despide un polvillo rojo que lo tengo metido hasta en las orejas. A veces, cuando camino descalzo, la planta de los píes se me ponen color de sangre.

  Estoy tranquilo. Ha pasado poco tiempo y aún mi cerebro responde a cabalidad, no así mi voluntad. Ya ni quiero hablar. Además, ¿de qué y con quién voy as cruzar palabra si esto está más sólo que un desierto?

  Mi amigo Robert a veces sube de la finca y me visita. Charlamos. Él ya se percató que no fui a la montaña a escribir un libro. Nota mi tristeza y calla. Más bien, como es cubano, siempre tiene una jocosa ocurrencia a flor de labios. Busca arrancarme una sonrisa, la cual a veces logra. Es una muy buena persona y yo sé que el también ha sufrido, y mucho. Por eso me comprende y yo estimo su discreción y amistad. A veces me reprocho ser tan taciturno, pero sé que es algo pasajero y que pronto pasará… Eso espero con todas las fuerzas de mí ser.

  Siempre, antes de regresar a su finca, Robert me dice: “¡Mente positiva!... ¡Arriba los corazones!”.

 Yo sólo le sonrío y apruebo con la cabeza. Por dentro lloro. Mi corazón está en el subsuelo. ¿Cómo hacerlo subir?... En estos momentos lo veo como una misión imposible.

  Aunque mi contextura ha sido siempre atlética, ya se comienzan a notar los kilos perdidos. Debo comer para mantener sano mi cuerpo y mi mente. Mañana, me lo prometo, haré una pequeña compra en el abasto rural que está a orilla de la carretera, a escasos dos kilómetros después de salir de la montaña.

  El día traga la noche en un instante. No me percato del tiempo. Sé que va y viene y me da igual.


7 de agosto.

  Anoche le dejé a Carolina un mensaje de paz y armonía en la contestadora de su celular. Le expresé lo tanto que la amo y que me perdonara si la había ofendido y que, por sobre todas las cosas, me dejara ver, aunque sea por instantes, a Dorian… Que no siga castigándome ocultándolo.

  No respondió. Nunca responde mis llamados.

  Hoy al mediodía hablé con Elba, la nana. Me prometió que le iba a comunicar mi petición a Carolina y que trataría de convencerla. Ella es muy buena. Es madre también y me tiene mucho cariño. Siempre me dice que no entiende qué pasó entre nosotros. Que todo le parece absurdo. Una locura. Me pidió que la llamara en la tarde para darme la razón.

  Esperé con ansia, en la seguridad de que pronto, en un día o dos, podría abrazar contra mi pecho a mi adorado Dorian.

  Todas esas horas soñé despierto, hasta que cayó la tarde. Cuando creí que era el momento oportuno, marqué desde mi celular el número de la casa. Me atendió Elba. Muy apenada me dijo que cuando le informó sobre mi ruego a Carolina, ella siquiera contestó. Que le dio la espalada y se fue a su habitación.





  
  MAÑANA:  "...En la cinta se escuchaba la voz de Laura, una novia que tuve mucho antes de conocer a Carolina".
 

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